lunes, 14 de noviembre de 2016

PORTFOLIO DOCENTE



La idea del PORTFOLIO es una idea prestada de otros ámbitos profesionales. Artistas, fotógrafos y arquitectos tienen sus portafolios, en los que muestran lo mejor de su trabajo (Seldin, 1997). 

Esta idea trasladada al campo de la educación supone una descripción de los esfuerzos y resultados de un docente por mejorar su enseñanza, incluyendo documentos y materiales que en conjunto muestran el alcance y la calidad del rendimiento docente del profesor, al mismo tiempo que operan también dentro de los esfuerzos por mejorar los centros educativos y la enseñanza en cuanto profesión (Bird, 1997). 

El portfolio docente supone un giro no sólo metodológico en relación con los modelos anteriores de análisis o evaluación de la enseñanza, sino también teórico, ya que una de las características que lo definen es la de que sea el propio docente quien prioritariamente asuma el proceso de recogida de la información pertinente sobre sus actuaciones docentes y quien tiene el derecho y la responsabilidad de demostrar su profesionalidad.


La investigación sobre el uso y los resultados de la construcción de un portfolio docente nos muestra algunos datos que es de interés destacar:


a) Es una estrategia de gran potencial, ya que conecta con la realidad de la pedagogía de la disciplina o disciplinas. Es decir, el acento se pone en la mejora de nuestra enseñanza para lograr un aprendizaje eficaz en un contexto determinado. 


b) El proceso de reflexión que encierra el hecho de su elaboración permite profundizar en el paradigma del profesor reflexivo, que basa su mejora en la praxis, es decir, en una acción contrastada con las evidencias y los datos que le permiten afrontar los cambios con una cierta seguridad y generando, al mismo tiempo, conocimiento sobre la propia enseñanza (Schon, 1992). 


c) Este proceso, aunque personal, constituye un elemento fundamental para desarrollar una «cultura» profesional basada en la docencia, en la que se integren, como afirma Zabalza (2002), la experiencia personal y el conocimiento teórico y que, al mismo tiempo, rompa con el aislamiento al que se ven sometidos los docentes en su trabajo cotidiano, propiciando la colaboración, el intercambio de ideas, etc. En definitiva, se trata de dar visibilidad a todo lo que se está trabajando por la mejora de la enseñanza.


d ) Por otra parte, esta estrategia permite trabajar en la línea de ir «construyendo» de manera progresiva nuestro propio desarrollo profesional, desde la perspectiva de un proyecto global de formación que tenga como referencia el conjunto de competencias que se requieren en estos momentos para ser un buen profesional de la enseñanza universitaria. Esta idea abre la posibilidad de que cada profesor o profesora integre en su proyecto diferentes acciones, en momentos también distintos, teniendo siempre presente el eje conductor que dará coherencia a todo aquello que vaya consiguiendo. 


e) Por último, no podemos olvidar que la propia estrategia permite ser utilizada para acreditar la profesionalidad de los docentes, utilizándose bien como sistema de evaluación en cursos de formación relacionados exclusivamente con la docencia, bien como sistema de promoción, reconocimiento o incentivación (Baume, 2001; Parmentier, 2000).


Os dejo un infografía sobre la estructura del portfolio docente.



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